En un programa de denuncias es fundamental implementar una política de no represalias, proporcionar seguimiento a los denunciantes después de una investigación y evaluar la efectividad de los mecanismos de reporte y la formación.

La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado la detección de fraude en el ámbito corporativo, permitiendo identificar irregularidades en tiempo real y mejorar los procesos de cumplimiento. Sin embargo, también plantea serios riesgos para los informantes. Las empresas pueden utilizar estas herramientas tecnológicas para identificar a empleados que denuncien irregularidades, creando un ambiente hostil que dificulta la denuncia de conductas indebidas.

La omertá o ley del silencio se impone en las empresas. Una encuesta revela la escasa utilización que se hace de estos canales (el 51% no recibieron ninguna denuncia, y el 33%, menos de cinco en un año) por temor, sobre todo, a ser señalados como chivatos y a sufrir represalias internas.