Esta guía es un producto del American Institute of Certified Public Accountants (AICPA) y el Chartered Institute of Management Accountants (CIMA) en el marco de su certificación conjunta Chartered Global Management Accountant (CGMA). Fue publicada en 20012. Esta guía tiene como objetivo ayudar a los profesionales de las finanzas y a otras personas interesadas a tomar medidas prácticas para establecer procedimientos sólidos para combatir el fraude, particularmente en términos de prevención, detección y respuesta.
Algunos aspectos clave de la Guía CGMA de buenas prácticas para la gestión del riesgo de fraude incluyen:
Evaluación del riesgo de fraude: La guía proporciona orientación sobre cómo llevar a cabo una evaluación integral de los riesgos de fraude en una organización. Esto implica identificar las áreas de mayor riesgo, evaluar las vulnerabilidades y analizar los factores que pueden contribuir al fraude.
Implementación de controles internos: La guía destaca la importancia de establecer controles internos sólidos para prevenir y detectar el fraude. Esto incluye la segregación de funciones, la supervisión adecuada, la implementación de políticas y procedimientos claros, y el uso de tecnología para mejorar la detección de irregularidades.
Cultura ética y prevención del fraude: La guía hace hincapié en la importancia de fomentar una cultura ética en la organización y promover la prevención del fraude. Esto implica establecer un tono ético desde la alta dirección, proporcionar capacitación y concienciación sobre el fraude, y alentar la denuncia de irregularidades de manera segura.
Detección e investigación del fraude: La guía proporciona orientación sobre cómo establecer mecanismos efectivos para la detección e investigación del fraude. Esto incluye la implementación de sistemas de denuncia interna, la respuesta adecuada a las denuncias recibidas y la colaboración con expertos en investigaciones forenses cuando sea necesario.
Monitoreo y mejora continua: La guía destaca la importancia de monitorear de manera continua los controles y los indicadores de fraude, y realizar mejoras cuando sea necesario. También enfatiza la importancia de aprender de las lecciones del pasado y aplicar los conocimientos adquiridos para fortalecer la gestión del riesgo de fraude en el futuro.