Innovación tecnológica contra el fraude

Jose Manuel Martinez

Los fraudes en las organizaciones y las empresas son tan antiguos como el tiempo. De eso no hay duda. Sin embargo, de unos años a esta parte su incidencia está siendo mayor, en parte por la profunda crisis económica que estamos padecido y, también, por el desarrollo de las nuevas tecnologías y la popularización de internet como universo en el que se llevan a cabo multitud de operaciones y transacciones de todo tipo.  Hoy día la Pandemia actual provocada por el Covid-19 y derivado de ello el aumento necesario y drástico del Teletrabajo ha hecho posible un aumento considerable del Fraude (algunos medios mencionan la cifra del 30%) y la aparición de nuevos Fraudes.

Ante esta nueva situación, los buenos innovan y encuentras nuevas oportunidades de negocio y trabajo, pero los malos en todo el mundo se han aprovechado del miedo y la desinformación en medio de la pandemia para crear nuevas formas de obtener dinero y datos, fraude y corrupción en definitiva.

Mientras las economías del mundo sufren y millones de negocios han cerrado hay quienes han aprovechado la pandemia para sacar un beneficio económico.

Algunos de estas bandas criminales engañan a sus victimas aprovechando la confusión, desinformación y desesperación de muchos, y esto agravado al estar todos en casa Teletrabajando, que de alguna manera nos ha hecho mal vulnerables y accesibles a los ciberataques (no todas las empresas y casas estaban preparadas para este nuevo modelo laboral).

Dejando al margen este nuevo escenario, la casuística del fraude es enorme, y puede abarcar desde la defraudación en el cumplimiento de las obligaciones tributarias, tan comunes en un país como España, donde se calcula que los fondos ajenos al control del fisco supera ampliamente los 25.000 millones de euros, hasta el suministro ilegal de todo tipo de servicios, ya se trate de energía eléctrica, hidrocarburos, telefonía o datos.

Pero muchas veces, también, su origen reside en el interior de la propia organización. Es el caso de empleados inexistentes en nómina o de determinadas prácticas colusivas entre trabajadores y proveedores para obtener un beneficio ilícito, amén de procesos no conformes a procedimientos. Asimismo, entre los delitos más frecuentes, el informático se situaría en España en tercera posición, detrás de la apropiación indebida y la corrupción.

Se calcula que los fraudes suponen de media para las empresas un quebranto económico que oscila entre el 1 y el 5% de sus ingresos, y que en cerca del 60% de los casos no se llega a recuperar el importe defraudado. Es más, de la debilidad que muchas empresas experimentan ante el fraude, habla también por sí solo un dato: casi un tercio de estas estafas se prolongaron al menos dos años antes de ser descubiertas.

Los factores que explican la debilidad de las organizaciones para encarar este tipo de situaciones son de diversa índole. Es cierto que un ambiente de cierta laxitud moral, como la que se deriva de los frecuentes casos de corrupción  política y empresarial que regularmente saltan a los medios, contribuye a justificar las actividades delictivas por parte de determinada personas. Pero, fundamentalmente, estamos ante un problema de organización y gestión de las propias organizaciones.  Nos referimos a la ausencia de controles internos o a la elusión de los mismos por los empleados, e incluso a la ausencia de revisiones periódicas de determinados procesos críticos por parte de la dirección.

A pesar de todo, algunas cosas están cambiando, y para bien, en este campo. En primer lugar, el desarrollo de la legislación, con su inherente capacidad punitiva, está logrando que se extienda una concienciación entre las empresas, y especialmente entre los administradores y directivos, para adoptar protocolos y procedimientos de control, so pena de incurrir en responsabilidades penales en caso de comisión de delitos por parte de los empleados.

Y en segundo lugar, las nuevas tecnologías, y en particular soluciones basadas en el big data o el learning machine se han convertido en los mejores aliados para combatir unas prácticas que terminan socavando los ingresos de las compañías y su reputación. Hablamos, principalmente, de herramientas de minería de datos y de modelos predictivos que permiten adelantarse con mayor probabilidad de éxito a los casos de fraude, y que pueden llegar a acreditar una gran eficacia, con una tendencia de mejora rápida y ascendente proporcionada por la propia velocidad de la innovación tecnológica. Se calcula que, gracias al empleo de estas nuevas tecnologías, en los últimos años se han podido recuperar miles de millones de euros solo en nuestro país.

Si la propia necesidad es el mejor incentivo para generar soluciones, hay que decir que España ha conseguido en los últimos años granjearse una posición sólida en este nicho de actividad. Disponemos de una estructura de mercado capaz de ofrecer soluciones tecnológicas y prácticas mucho más avanzadas que en otros países de nuestro entorno, y con gran capacidad de penetración y desarrollo en el mercado latinoamericano, donde prácticamente está todo por hacer. Asimismo, la prevención del fraude ha sido capaz ya de generar nuevos perfiles laborales. Ahí están para acreditarlo los Responsables de Compliance y los Data Scientist, que cada día estarán más presentes en los organigramas de las compañías.