En un mundo donde los métodos de fraude evolucionan rápidamente y se vuelven cada vez más sofisticados, las empresas enfrentan el desafío constante de proteger sus operaciones. El artículo de McKinsey & Company, «Cuatro capacidades clave para fortalecer un sistema de gestión de fraude», destaca la importancia de desarrollar capacidades fundamentales para mitigar eficazmente estos riesgos. 

• Inteligencia de amenazas mejorada: Consiste en desarrollar un conocimiento profundo de las amenazas externas, analizando las tácticas y estrategias de los fraudes más sofisticados. Esto permite anticipar y neutralizar ataques antes de que causen daño, asegurando una mejor protección a través del análisis detallado de datos. 
• Pruebas de ciclo rápido: Esta capacidad se centra en implementar ciclos de pruebas rápidas para evaluar la efectividad de los controles de fraude en tiempo real. Permite a las organizaciones ajustar sus estrategias dinámicamente, respondiendo de manera ágil a las nuevas amenazas identificadas durante estas pruebas. 
• Aplicación avanzada de datos y tecnología:. Utiliza tecnologías de vanguardia y análisis de datos para detectar patrones de fraude de manera eficiente. La integración de modelos de machine learning y análisis predictivo facilita la identificación rápida de actividades sospechosas, optimizando la respuesta ante incidentes de fraude 
• Transformación del modelo operativo: Implica reconfigurar la estructura organizacional y los procesos para integrar y mejorar la gestión de fraude. Esto incluye adaptar roles, responsabilidades y la colaboración entre departamentos, permitiendo una implementación efectiva de estrategias antifraude y una respuesta coordinada ante las amenazas..